JUAN GUERRERO REYES


ORIGEN Y VIAJE A MANILA

Juan Guerrero Reyes, es el personaje más llamativo, más interesante e ilustrado de los que he tenido noticias, nacidos en la Villa de Estepona.

          Se embarcó para las Islas Filipinas, como criado del Ingeniero Militar Bernardino de Losa (Lossa, Loza), cuyo destino era Manila, en la fragata Nuestra Señora de las Nieves, contando 21 años y siendo soltero, cuya salida desde Cádiz, fue posterior al 19 de Diciembre de 1785, fecha de su licencia de embarque.

          Juan Guerrero Reyes había nacido en 1764, según se deduce de la declaración de su edad en la licencia de embarque, aunque este dato de edad, probablemente, estaba aumentado para mejor obtener el permiso de salida. Indica en su confesión, en 1794, ser de veintinueve años, dando por tanto, el año de nacimiento como 1765 y, en otro documento posterior, afirma que “cuando se le prendió [1794] no tenía más que veinte y ocho años de edad”, por lo que resulta que su año de nacimento sería el 1766 y en otro documento de 1804 se dice que es “soltero de edad de treinta y seis años”, lo que da el año 1768. Era hijo de Domingo Guerrero y de María Josepha Reyes y Sánchez, nacida en Estepona el 23.06.1727, estos tuvieron tres hijos comunes en el matrimonio: Domingo, Juan (a quien nos estamos refiriendo) y Melchor.

          Conocemos la historia de su tío materno José de los Reyes y Sánchez, nacido en Estepona en 31.09.1748, que se había embarcado como cirujano de la Armada en el navío Hércules, por sobrenombre San Francisco de Paula, que zarpó, también desde Cádiz, en 1779, habiendo muerto en Acapulco en 1782.

          También su otro tío materno, Juan de los Reyes y Sánchez, nacido en Estepona, 07.11.1742, hermano del citado José de los Reyes, asimismo Cirujano de la Armada, destinado con este cargo al Hospital de Manila, iba embarcado en la misma fragata Nuestra Señora de las Nieves que su sobrino Juan Guerrero Reyes.


FILIPINAS

Juan Guerrero, en su estancia en las Filipinas, realizó una Comisión ordenada por la Audiencia de Manila, en 27.03.1789, como oficial supernumerario de la Contaduría del Ejército y Cajas de Manila de la Real Hacienda, para tomar residencia (auditoría) al Alcalde Mayor de la provincia de Batangas, Don José Amores, y de sus ministros. Consta haberse realizado en 16.06.1789. Batangas está situada en la costa al sur de Manila, en la Isla de Luzón.

          Juan Guerrero Reyes, en su Plan en Beneficio del Comercio en Filipinas dice haber estado en Manila en los años: 1787, 88, 89, 90 y 91.

          Obtuvo el nombramiento de Contador (contable) en la Fragata de S.M., llamada San Andrés (este navío se perdió en 1795), de la Carrera de Manila a Acapulco, por el Gobernador y Capitán General de Manila en 21.03.1791.

          Anualmente un galeón hacía la ruta Manila - Acapulco y viceversa con mercadería que beneficiaba el comercio entre ambos puertos. Solía llegar a Acapulco a finales de año y zarpaba en dirección a Manila en Abril para aprovechar las direcciones de los vientos.


MEXICO, NUEVA ESPAÑA.

          En 23.01.1792 recibe sólo 300 pesos al desembarcarse por enfermedad en Acapulco, por parte del Contador Mayor del Real Tribunal y Audiencia de Cuentas en México, quedándosele a deber bastante cantidad y restando bastante necesitado, por lo que Juan Guerrero tomó fuerte ojeriza al Virrey que era entonces, el 2º conde de Revillagigedo, (1789-1794). A este le siguieron en el Virreinato: Miguel de la Grúa y Talamanca, marqués de Branciforte (1794-1798) y Miguel José de Azanza (1798-1800).

          Entrega su cargo de Contador al Capitán de Marina de Acapulco, en 01.02.1792, pasando a curarse a México capital.

          Los diferentes historiadores mejicanos coinciden en señalar que la primera conjura para obtener la independencia de Méjico de la metrópoli fue la preparada por Juan Guerrero y sus socios, o sus cómplices, todos ellos españoles. Así lo expresan los historiadores mejicanos: Lucas Alamán, Raúl Cardiel Reyes y otros. Y, por nuestro Salvador de Madariaga, la preparación de la rebelión se define de esta manera:

          “fue este el primer acceso de separatismo de una serie que iba a hacer del reino de Nueva España           la república de Méjico”.

          El Virrey de Nueva España, México, marqués de Branciforte, comunicaba en su carta reservada nº 46 de 03.12.1794, lo adelantado que iba la causa de estado preparada contra Don Juan Guerrero, además de las que había contra franceses. Recuérdese que la Revolución Francesa había derribado a la Monarquía de su país, en 1789 y había supuesto una convulsión debido a la carga ideológica que comportaba. Por este motivo se tomaron toda clase de medidas coactivas contra los naturales de la nación francesa por sus posibles conexiones. Se temía que Nueva Orleans, cuyos habitantes de origen francés, que estaban sujetos al dominio español desde hacía poco tiempo, imitase el ejemplo de las colonias de los Nuevos Estados y se declarase independiente y tras de ella, le siguiesen los restantes territorios vecinos dependientes del Virreinato de Nueva España. La Independencia de Méjico sucedió con posterioridad y se consumó en 1821.

          La causa contra “el contador Don Juan Guerrero y sus cómplices”, fue calificada por la Audiencia de México, en 06.11.1794, como “enorme Crimen de Lesa Majestad”, “enormísimo delito de sublevación o levantamiento en este Reino”, sobre el proyectado levantamiento del Reino de Nueva España o el de hacerse con la Nao de Filipinas.

          El asunto salió, posteriormente, en papeles como el siguiente, (La conspiración de los machetes, Juan de Dios Peza, 1898):

          “Don Juan Guerrero, venido
          de Filipinas, contando
          con hombres de valimiento
          como Valencia y Tamayo,

          Ya próximo a alzarse en armas
          el año noventa y cuatro,
          para quedar con el reino
          y de España libertarlo,

          Fué vendido en sus secretos
          ante el platero Caamaño,
          quien obligó al padre Vara,
          hombre tímido y fanático

          A comunicar los planes
          al arzobispo de Haro,
          que a Guerrero y a sus cómplices
          pronto puso a buen recaudo

          Tanto tiempo en las prisiones
          por su desgracia duraron,
          que unos murieron en ellas
          y otros fueron desterrados.
          …..”

          Es posible que no se descubriesen todos los implicados, dada la aparente escasa calidad de los imputados, pues el mismo Fiscal apunta, sobre el proyecto de apoderarse de Veracruz: “aunque hipotéticamente se suponga a Guerrero medio loco, no cabe cupiera en una locura sin límites, como la de no dudar, en que un solo emisario, bastaba a hacer efectivo en dicha ciudad [Veracruz], un globo de especies de tanta magnitud” . La mulata Juana Fragoso, que conocía a Guerrero desde hacía dos años y al que le lavaba alguna ropa, opinaba que “el Contador era un atarantado y medio loco; que los criados no le subsistían porque los aporreaba…”

          Juan Guerrero también había barajado apoderarse del navío que hacía el comercio desde Acapulco con las Filipinas, lo cual propuso a Valencia “que si quería irse con él a la China, supuesto que aquí se hallaba el declarante perdido, que él allá le proporcionaría acomodo porque tenía un tío o pariente rico” (probablemente debía estar refiriéndose a su tío Juan de los Reyes y Sánchez, cirujano en Manila).

          Es curiosa la respuesta que da Juan Guerrero sobre el conocimiento que tenía de la cantidad de fusiles guardados que había en Chapultepec, porque da idea de lo extendido que estaba: “Que estando en Filipinas oyó decir que en Chapultepec y aun en todo el reino había porción de fusiles ocultos, desde el tiempo que gobernó el Excelentísimo Señor virrey Conde de Gálvez [Bernardo de Gálvez], y aquí en La Alameda ha oido decir lo mismo”. En la confesión de Tamayo este negó haberle dado noticias a Juan Guerrero de la existencia de estas dos mil carabinas, depositadas con la excusa de que eran para ser utilizadas en contra de los indios belicosos de la frontera norte.

          En uno de los documentos aparece indicado que Juan Guerrero sabía tocar la vihuela, instrumento parecido a la guitarra. Este había sabido como ser recibido en las casas de gente de la nobleza y significada de la sociedad mejicana.

PEÑON DE VELEZ DE LA GOMERA

          En 15.11.1800 se resolvió que “Don Juan Guerrero fuese conducido por seis años al presidio del Peñón, de donde no pudiera salir sin Real Orden”. Fue conducido a estos reinos en el navío San Pedro Alcántara que, desde Veracruz, llegó a Cádiz en Abril de 1802. Este navío había sido construido en La Habana, en 1788 y tenía 64 cañones. Acabó sus días de navegación en las inmediaciones de las islas de Coche y Cubagua, Nueva Esparta, Venezuela, a causa de un incendio y posterior explosión, en 21.04.1815.

          Estando internado, en el Peñón de Vélez, adonde llegó el 11.06.1802, Juan Guerrero “natural de la Villa de Estepona en la Costa de Granada, reo principal en la causa de sublevación intentada en México el año de 1794” , dirigió varios escritos solicitando clemencia. Uno de ellos al Capitán general de la Costa de Granada en 09.10.1802, con ocasión del casamiento del Príncipe con la Infanta María Isabel. En 15.09.1804 vuelve a solicitar el indulto.

          Todos estos documentos estaban autorizados por Felipe Ortiz de Molinillo (o Mollinedo) veedor en el citado presidio del Peñón, de quien Guerrero parecía hubiese captado su simpatía, dado que informó de que su conducta era irreprensible:

“Don Juan Guerrero Moreno [su madre también usaba este segundo apellido, tomado de su padrino], natural y vecino de la Ciudad de Granada [Estepona], soltero de treinta y seis años, B.C., color blanco, ojos pardos, pelo castaño, cerrado de barba… Peñón, veinte y ocho de Febrero de 1804”

“Certifico que si al confinado en esta Don Juan Guerrero le considero como a delincuente, advierto que se ha verificado en él todo aquello a que la mente del Soberano y las leyes aspiran con la imposición del destierro; y si como a desgraciado solamente porque pudo muy bien haberle constituido tal su adversidad, y no su crimen, me admira su heroica constancia: su humilde y puntual obediencia: su integro y sigiloso proceder y su amor al Real Servicio, en el activo desempeño de quanto le confio del Ministerio donde existe y ha existido bajo mis órdenes desde su llegada… Peñón treinta y uno de Mayo de 1804.”

“El suplicante ha manifestado total enmienda y la mejor conducta en la confianza de amanuense del Ministerio de Real Hacienda de mi interino cargo en mas de dos años que lo desempeña, por cuyas circunstancias lo contemplo digno de la Piedad de S.M. ... Peñón 16 de septiembre de 1804” .

        
En 29 de octubre de 1804, se dictamina sobre Juan Guerrero “Que se le ponga en libertad; pero que no se le concede la de volver a las Américas”.


PLAN EN BENEFICIO DEL COMERCIO EN FILIPINAS.

Entre la puesta en libertad de Juan Guerrero Reyes, en 1804, y el transcurso de la Guerra de la Independencia, es un período del que no se dispone de más documentación sobre él. Él mismo declara que fue echado de Madrid por vago, no siéndolo. Conocemos el envio de un estudio económico suyo sobre las Filipinas el 19.10.1818, que le llevó 4 años en su realización, y que, dirigido de nuevo al Rey el 10.12.1819, fue recibido en Palacio el 05.11.1819 y 11.12.1819, para que fuese estudiado por el duque de San Fernando que, en aquel entonces, era ministro de Estado.

          Comienza su presentación al Rey así: “Señor = Don Juan Guerrero Reyes postrado a los Reales Pies de Vuestra Majestad con la veneración debida expongo; que el deseo que como español tengo, de ver a mi patria enteramente libre de los males que padece; y el que como leal vasallo me asiste…” (a pesar de lo que hizo en Méjico no tiene inconvenientes en auto-calificarse así). También se despide como fiel vasallo de Vuestra Majestad” .

          Además de su mucho particular ingenio, hace valer sus conocimientos prácticos adquiridos en las islas y los teóricos aprendidos de los chinos allí domiciliados y justifica el estudio para favorecer el comercio en las Filipinas haciendo referencia a su larga estancia en las Islas, desde 1787 al 1791, y a las lecturas que pudo hacer: “A la sombra de dichos conocimientos y a la de los mejores autores…”

          También hace referencia al “moderno viajero Sonnerat [Voyage aux Indes Orientales et à la Chine, Paris, 1782] entre las falsas noticias que da de Filipinas” que manifestaba que estas tierras se mantenían incultas y que: “concluye con la comparación de ser la previsión de los españoles inferior al instinto de los animales”. Textualmente Sonnerat dice, en su p. 30: “L'instinct des animaux nous apprend à faire des amas de provisions, & les Espagnols n'ont pas même cette prévoyance (El instinto de los animales nos enseña hacer muchas provisiones y los españoles no tienen esta previsión)”.

          Con fecha 5 de enero de 1820 se informa al Rey que: “conocerá cuan expuesto, difícil e impracticable es todo lo que Guerrero Reyes propone”, por lo que, con este dictamen, su estudio quedó aparcado.

          Este Plan en beneficio del comercio en Filipinas contiene 220 páginas y está depositado en el Archivo General de Indias.

          Dispone de los dos siguientes grandes apartados:

-Observaciones sobre el estado político y económico de las Islas Filipinas. Donde se relacionan descripciones de las islas, su atraso, su gobierno, sus producciones, su comercio y los remedios.

-Recopilación. En sus páginas 169 a 171 da un resumen de sus proposiciones. Su receta se resume en: 1º “En proporcionar el útil empleo a todos los vasallos de las Islas Filipinas” y 2º “En facilitar  todos los medios y modos de enriquecerlos; como único y seguro medio de hacer rico el Real Erario y el Estado”.
Asegurando que “Con estas máximas, y las invariables providencias para cimentarlas, en breve llegará España, por medio de sus Filipinas, a un estado de opulencia jamás conocida”.

          Estos remedios dados a principios del siglo XIX podían haberse dado en estos actuales tiempos de crisis, en que los planes de mejora impuestos dan bandazos, en lugar de haberse asegurado el máximo empleo y con ello mejorar el nivel de vida económico de la gente y a su vez, con ello, mejorar el nivel económico del Estado. Han de implantarse estos criterios en este exacto orden, a la inversa no funcionan los planes de mejora.

Abogaba también por la:
“creación de un banco llamado Banco general de Manila, bajo el gobierno y dirección de la Junta de Mejoras: cuyo Banco será el que facilitará los fondos para todas las mejoras por medio de un crédito público bien afianzado. De modo que todo el que necesite mejoras, giros, y demás que ceda en utilidad pública, le halle a un interés moderado: y todo el que tenga dinero, sin tener en que emplearlo, lo pueda imponer sobre una finca segurísima al cuatro cinco por ciento”.

          Esta definición de la función de la institución bancaria no podía ser mejor, como tal institución, para crear riqueza “con crédito afianzado y depósito segurísimo”. Para que los depositarios tengan confianza en esta institución, se debe gestionar bien a quienes y como se otorgan sus créditos. Si no existe la función bancaria no hay creación de riqueza. La institución bancaria, aún no siendo una institución caritativa, la supera. En un país, como las Filipinas de entonces, sin banco, la pobreza estaba generalizada, y con su creación aumentaría el comercio y aumentaría la riqueza. Quienes están en contra de la función bancaria, o que funcione como una institución de caridad, están en un craso error, ¿o se conoce alguna otra mejor que la sustituya?

          Desde la página 203 hasta la 220, Guerrero da todas la pautas prácticas y normas para implantar el nuevo sistema económico en las Islas Filipinas.

          La única cita bibliográfica comentada y encontrada sobre este Plan corresponde a Miguel Luque Talaván, Universidad Complutense (Descubriendo las Luces de un Rico Diamante. El Progreso de las Filipinas en el Pensamiento Económico del Siglo Ilustrado, en Historia del Pensamiento Económico. Del Mercantilismo al Liberalismo, Universidad Nacional Autónoma de México, 2007, p. 188) que dice textualmente: “Un sentir que, traspasando las fronteras cronológicas del siglo ilustrado, pervivió en la mente de diferentes autores que continuaron fraguando sus proyectos en la primera mitad del siglo XIX. Como el formulado en 1819, muy preciso en sus argumentaciones, por don Juan Guerrero Reyes consistente en un extenso informe realizado con el fin de mejorar el comercio y alcanzar beneficios que fuesen de utilidad para los intereses de la monarquía” (Plan en beneficio del comercio en Filipinas) .


DIARIO DE LAS CORTES

En las sesiones del 02.04.1821 y 22.03.1822 se hace referencia a una memoria de Don Juan Guerrero Reyes sobre las utilidades que pueden sacarse de las Islas Filipinas.

          El contenido de esta memoria parece ser distinta de su Plan en beneficio del comercio en Filipinas, porque podría ser una prognosis sobre las utilidades concretas que podrían generarse si estas Islas estuviesen bien administradas.


NUEVO VIAJE DE JUAN GUERRERO A LAS ISLAS FILIPINAS

La corbeta Descubierta tenía previsto el viaje desde Cádiz a Manila en Febrero de 1823 y en el que podía embarcar “Don Juan Guerrero Reyes, Secretario electo del Gobierno Político de Filipinas, que solicita hacer su viaje en buque de guerra”. La insistencia de Guerrero le había procurado un empleo bastante sustancioso. No he podido averiguar si realmente pudo hacer el viaje en otros medios, puesto que la salida de la corbeta Descubierta, después de sucesivos aplazamientos de su fecha de partida, fue suspendida definitivamente el 5 de Junio de 1823, según resolución de Su Majestad en comunicación dirigida al Almirante del Departamento de Cádiz. Quizás pudo hacer el viaje en la fragata mercante La Unión que iba a hacer el viaje junto con La Descubierta.

          Esta corbeta Descubierta, de 26 cañones, había sido construida en La Carraca, en 1789. Junto con La Atrevida fueron las que Alejandro Malaspina utilizó en su famosa Expedición, que recorrió los dominios españoles de América y de Asia, estando en Manila, en marzo de 1792.


COMPENDIO DEL DESCUBRIMIENTO DE LAS ISLAS FILIPINAS.

Todavía conocemos este otro manuscrito de 15 páginas, fechado en Madrid, el 8 de Abril de 1834, titulado Compendio del descubrimiento de las Islas Filipinas.

          Comienza diciendo que las motivaciones de los navegantes y los objetos principales de sus arriesgados viajes, en el siglo XVI, eran la gloria de surcar remotos mares y el anhelo de extender la fe. El comercio no era entonces su principal interés.

          Después hace un recuerdo de Magallanes, Gonzalo Gómez de Espinosa, Juan Sebastián de Elcano, Ruy López de Villalobos, Juan López de Legazpi y de la ocupación de Manila por los ingleses en 1762 y devuelta en 1764 al teniente gobernador, Don José de Anda, al mismo a quien se la habían quitado. En unos comentarios filipinos que he encontrado dicen: “El saqueo de la ciudad por la barbarie inglesa fue espantoso, perdiéndose infinidad de documentos y de obras de arte.”

          Durante muchos años, como ya hemos visto, el comercio de las Islas Filipinas se hacía mediante un galeón que anualmente iba desde Manila a Acapulco y viceversa. En 1735 se fundó en Cádiz una Compañía de Filipinas, para realizar directamente comercio entre España y estas Islas. El primer navío que hizo el viaje desde Cádiz-Manila, vía el Cabo de Buena Esperanza y estrecho de la Sonda entre Sumatra y Java, fue el Buen Consejo, que salió de Cádiz el 1764 realizando el viaje de retorno en 1766, al que siguieron otros. La duración del viaje en esta época podía durar sobre los 230 días aprox.

          Uno de los gobernantes más destacados y brillantes en materia económica fue el capitán de Navío Don José Basco y Vargas (Ronda, 1733 – 1805). Estuvo como Capitán General en las Filipinas desde 1776 hasta 1787, por lo que los primeros tiempos de la estancia de Juan Guerrero en ellas fueron coincidentes con este administrador colonial. Logró que su mandato fuese de gran prosperidad empleando la amabilidad en su trato con los filipinos.

          Juan Guerrero Reyes en su nota final dice que: “El objeto principal del establecimiento de la Compañía de las Islas Filipinas fue el fomento de las producciones y de la industria de las mismas islas. Este fue el Real ánimo tan reiteradamente expresado en su cédula de erección”.

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          Las Islas Filipinas consiguieron su Independencia, con la intervención de los norteamericanos, mediante el Tratado de París del 10 de Diciembre de 1898, con humillantes condiciones para los españoles.

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          El apellido Estipona es usado en Filipinas. También es el nombre de una población en la isla de Luzón, situada entre Victoria y Gerona, provincia de Tarlac, Luzón Central, región que está al norte de Manila.

© F. J. Albertos

 

Para saber más, consultar:
-Vol. 59, Juan Guerrero Reyes. [2011]